Mientras el COVID-19 transita de pandemia a endemia, no es claro cuál es el camino a un futuro pospandemia. ¿Diseñamos para un mundo en conflicto?, ¿en transición energética?, ¿afectado por los desastres naturales? Y, para formar profesionales listos para enfrentar la incertidumbre, ¿cuál es el modelo educativo que debemos afianzar? Regresamos al campus y todo es diferente. La crisis desatada por la pandemia tocó cada ámbito de nuestras vidas, sacudiendo de manera sistémica las estructuras de la salud pública, el bienestar, la educación, la economía. Las preguntas sobre la senda de desarrollo surgen en todos los ámbitos. En este anuario se respiran esas inquietudes, la fragilidad del presente con propuestas de expresión y de creación desde la crítica.
La adaptación a esta nueva realidad requerirá cambios en los que la iniciativa individual y colectiva, y la colaboración local y global no tendrán precedentes. Necesitamos infraestructuras adaptables, mejores materiales, aprovechar la tecnología para que nuestra capacidad de reacción sea más efectiva. Y, al mismo tiempo, hay un llamado a la simplificación, a orientar nuestra manera de pensar asumiendo que lo que considerábamos ficción, hoy es una realidad.
No se pueden diseñar soluciones genéricas, y en aquellas que lo son buscamos altos niveles de personalización. Desde la oferta estatal la puesta en marcha de estructuras que puedan dar cobertura y atender los diferentes tipos de necesidades para las que debemos prepararnos no parece plausible. Todo parece indicar que desde todos los espacios de la sociedad la iniciativa y la adaptabilidad son la clave. La estrategia está siempre en beta.
La incertidumbre es lo que caracteriza los problemas complejos. Emprendemos un viaje similar al que realizaron aquellos exploradores que dejaron todo atrás para encontrar nuevos mundos. Las transiciones implican dejar aquello que conocemos, que nos es familiar y nos produce confort, pero también pueden ponernos en contacto con mundos de creatividad y satisfacción y mejores formas de relacionarnos entre nosotros y con nuestro entorno.
La incertidumbre es inherente a nuestras disciplinas, la arquitectura y el diseño. La tecnología está en constante cambio, los materiales, los proyectos que acometemos. También en su enseñanza-aprendizaje (y seguramente en ello hay lecciones importantes); nuestra educación tendrá que estar en constante rediseño, pasar a través de lugares sin quedarnos, prepararnos mejor para vivir en transición.
Esta tercera edición del anuario ARQDIS —titulado Transición— recoge un año lleno de imaginación, visiones, furia, reclamos, propuestas e historias de ese mundo en transición. Nuestra comunidad hoy es más fuerte; tuvimos un año lleno de retos y preguntas inéditos; habitamos esta transición con determinación, inteligencia, afecto y esperanza.
Ahora, una mirada breve al contenido mismo del anuario. Lo hemos dividido en tres secciones: “Qué somos”, “Cómo lo hacemos (hoy, mañana y siempre)” y “Protagonistas”. La primera sección ejemplifica las nuevas avenidas acerca de cómo conceptualizamos nuestro propósito, a medida que encontramos nuevas empatías y desafiamos viejas ideas que durante mucho tiempo se dieron por sentadas.
La segunda sección compila proyectos de nuestra comunidad estudiantil y docente a lo largo de los currículos, en los que la creación arquitectónica y de diseño busca responder a diferentes realidades, ofreciendo nuevas perspectivas. Los proyectos constituyen apuestas conscientes de la necesidad de reinventarse cotidianamente con el fin de perfeccionar nuestra capacidad para interpretar de forma más acertada el bienestar y el hacer. Combinar concepciones globales con tradiciones, gustos y colores locales y regionales puede darnos la pista para hallar mejores formas de lidiar con el presente y educar para un futuro más promisorio.
Finalmente, la tercera sección recoge los eventos, las exposiciones y conferencias que se llevaron a cabo durante el año, así como los reconocimientos a miembros de nuestra comunidad.
Mi profunda gratitud para todos los autores, estudiantes, profesores y equipo administrativo de la Facultad que hicieron posible este tercer anuario.
Un abrazo fuerte para todos,
Hernando Barragán
Decano, Facultad de Arquitectura y Diseño