Yo, Daniel Huertas Nadal, nieto de una guerra civil, nací en el Mediterráneo, y “en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno que han vertido en mi cien pueblos”. Dice la buena literatura que me llaman también el Granadino, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi biografía la más inesperada travesía. La vida me ha prestado cincuenta años que he ido dispersado a merced de los viajes: mi sabiduría ha vivido en Madrid, mi pasión en el Chocó, mi angustia en New York, y en Granada vive aún mi inocencia. Crecí convencido de que el progreso científico y tecnológico que no responde fundamentalmente a los intereses humanos y a las necesidades de nuestra existencia, pierde todo sentido. Con esta idea me formé en Madrid, donde me titulé como Arquitecto, Máster y Doctor en Arquitectura.
Participo de investigaciones y proyectos vinculados al desarrollo estratégico de comunidades, procesos de afirmación territorial y aproximaciones a una vivienda digna y adecuada desde la construcción social del hábitat. En Colombia he sido investigador y asesor del Observatorio de Territorios Étnicos y Campesinos, el Instituto Pensar y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. He impartido clases y talleres vinculados con la construcción y defensa del territorio desde proyectos de Innovación Social que comenzaron en España con la creación del laboratorio de investigación Arquitecturas Ocasionales [AAOO*]. Allá quedaron mis socios de MVN Arquitectos con quienes construí la mayor parte de mi producción arquitectónica y largos años de profesor de proyectos arquitectónicos. Desde estas experiencias he tratado de descubrir cómo transferir y construir herramientas, estrategias y conocimiento colectivo. Porque efectivamente no creo que necesitemos simplemente un conocimiento nuevo, ni siquiera nuevas alternativas: entiendo que necesitamos un pensamiento alternativo que permita transformar las cartografías de lo social.