Los viajes de estudio, en el marco de la Maestría de Diseño, realizados a La Guajira se han centrado en el entendimiento del territorio a través de las visiones de sus habitantes en dos líneas fundamentales: Sostenibilidad, Ambiente y Desarrollo y Planificación, Gobernanza y Desarrollo Territorial, las cuales se abordaron en dos contextos diferentes, y por medio de dos viajes de estudio. El segundo, se llevó a cabo en el casco urbano de Albania, donde la inminente partida de la mina de El Cerrejón plantea un panorama de incertidumbre para los diferentes actores presentes en la región.
Piensen en una patilla. ¿Qué colores vienen a la mente? Al hacer esta pregunta, muchos anotaron en sus libretas ROJO, algunos VERDE, y unos pocos BLANCO. De repente, se levanta un pañuelo que cubría una sandía, y ante la miranda inquieta de los asistentes, se desliza un cuchillo entre la gruesa cáscara del gigantesco fruto. Luego de algunos cortes precisos, emerge una rebanada de patilla con pulpa amarilla. Esto sorprende al público, que al probar la jugosa fruta, dice “sabe igual a la patilla roja”.
Así es Albania: una patilla amarilla. Un lugar que existe dentro del imaginario colectivo como un pueblo minero, pero que con el tiempo se dio a conocer como un territorio lleno de posibilidades. Una isla entre 69.000 hectáreas de carbón donde reside un capital alternativo a la minería que podría cambiar el rumbo del municipio. No obstante, su mayor obstáculo es unificar su identidad, ya que individuos e instituciones han invertido en el territorio, y sus intereses hacen de Albania un lugar de nadie y de todo el mundo al mismo tiempo. De personas que han llegado y se consideran albaneses, de individuos que están allí por las oportunidades que ofrece el municipios y de algunos inversionistas que ven al pueblo como un reservorio de futuros proyecto a largo plazo.
