#OrgulloMARQ
Catalina Villabona Triana
Daniela Bolaños Zambrano es estudiante de último semestre de la Maestría en Arquitectura -MARQ-. Su interés como investigadora se ha centrado en explorar la relación que existe entre el diseño de espacios para la primera infancia y el aprendizaje socioemocional. Las aproximaciones conceptuales y teóricas que ha construido en estos años la motivaron a poner a prueba algunas de sus hipótesis mediante el desarrollo del concurso internacional «IE Spaces for Creativity» organizado por la Universidad IE School of Architecture and Design y Arquideas.
El concurso consistía en diseñar una guardería para niños de 3 a 6 años que fomentara la creatividad. Los jurados del concurso fueron: Martha Thorne, Decana de IE School of Architecture and Design y Directora del premio Pritzker; Primo Orpilla, Cofundador de la firma O+A en California y Elvira Muñoz, Directora del Master en IE y Directora de diseño en AECOM. La propuesta de Daniela “Meraki Nursery School” fue galardonada con una mención de honor y una beca para cursar el máster en Strategic Design of Spaces.
La propuesta de Daniela “Meraki Nursery School” fue galardonada con una mención de honor y una beca para cursar el máster en Strategic Design of Spaces.
A propósito de este reconocimiento entrevistamos a Daniela para que nos contará más acerca de su propuesta y esto fue lo que nos contó.
Entrevista
ARQDIS: ¿Cómo se origina la idea del proyecto?
Daniela Bolaños: El concurso consistía en desarrollar una propuesta espacial centrada en fomentar la creatividad en los niños desde edades tempranas, premisa alineada con el tema de investigación de mi tesis de maestría: La correlación entre espacios educativos y aprendizaje socioemocional en la primera infancia. El proyecto que desarrollé para le concurso es el reflejo de esta idea en la que el cuerpo y la mente reciben estímulos del entorno y estos afectan las distintas formas de aprender. En ese sentido, la arquitectura se entiende como un tercer educador.
En los primeros años de vida las experiencias espaciales son determinantes para la construcción de personalidad y de habilidades sociales y emocionales. Los niños durante esta etapa tienen una “mente absorbente consciente e inconsciente” (según Montessori), esto quiere decir que absorben los estímulos del entorno y construyen un aprendizaje genuino individual y colectivo, un aprendizaje que tiene repercusiones hasta la adultez. Por esto, la importancia de diseñar espacios adecuados para la primera infancia. La idea del proyecto se basó en articular necesidades de conducta de los niños en esta etapa, con espacios estratégicamente proyectados, para generar diversas situaciones de aprendizaje desde la experiencia sensorial y a partir de dos conceptos clave: libertad y movimiento.
ARQDIS: ¿Qué cuestionamientos buscas resolver con la propuesta?
D.B: Los mismos que busco resolver en mi investigación. Pienso que es imprescindible establecer una conexión entre dos disciplinas que encuentro desligadas: la arquitectura y la educación. Mi intención es ampliar la mirada frente a la manera de crear y usar los ambientes de aprendizaje en la primera infancia, es posible jugar con el espacio, el cuerpo, el movimiento y desencadenar diferentes tipos de comportamientos, emociones y relaciones humanas. Asimismo, los modelos educativos tienen una influencia en la configuración de tipologías espaciales. Se trata de un balance, una comunicación en doble vía entre arquitectura y educación.
En mi propuesta de diseño busqué vincular tres necesidades de conducta de la primera infancia: la socialización, el desarrollo sensorio-motriz y la intuición (definidas por Piaget), con un sistema de espacios integrados: internos, externos e “in between” que tienen implicaciones perceptivas ojo-tacto-movimiento.
La intención del proyecto era crear ambientes flexibles y lúdicos que potencien la autoconstrucción y den lugar a experiencias propias para el desarrollo de habilidades socioemocionales, ambientes pensados desde y para la escala de los niños. Esta idea permite entrelazar el espacio con el aprendizaje y entender la fuerza que tiene la arquitectura como un agente que ayuda a la educación y al desarrollo de los niños.
ARQDIS: ¿Podrías profundizar en el concepto de: “in between space”?
D.B: El concepto de espacio “in between” fue puesto en boga en los años 70, por Alison y Peter Smithson, arquitectos pertenecientes al Team X. El concepto surge en una época en la que la arquitectura producida por el movimiento moderno estaba en crisis y en la que había una necesidad de crear espacios en la ciudad que permitieran la construcción de relaciones entre las personas.
En medio de estos desafíos los Smithson plantearon la pregunta ¿dónde juegan los niños? Y la respuesta que propusieron fue: en los espacios intermedios entre edificios. Esta idea de espacios intermedios fue aplicada en el contexto escolar en los años 90 por Hertzberger, arquitecto holandés que les otorgó una connotación de habitabilidad. El concepto “in between” es una manera alterna de percibir los espacios en la arquitectura y en la ciudad puesto que son espacios ambiguos que ofrecen oportunidades e inclusiones no preestablecidas.
Considero relevante dar una mirada a los espacios “in between” de los jardines infantiles y ponerlos en valor. Estos espacios heterogéneos como huecos, rincones y pliegues constituyen lugares en si mismos y aunque no son planificados tienen un potencial significativo para el diálogo y la reunión. Sus condiciones espaciales diferenciadas: formas y tamaños irregulares, generan receptividad en los niños, ofrecen oportunidades temporales de interacción y proporcionan transiciones entre áreas divergentes. Los niños instintivamente hacen uso provisional de los espacios intermedios “entre” las cosas, “entre” la arquitectura y crean circunstancias de relación con los otros. Es interesante analizar cómo los niños perciben y habitan la arquitectura, qué ocurre en esos espacios “in between” y cómo éstos activan de manera transversal situaciones particulares de aprendizaje.
La intención del proyecto era crear ambientes flexibles y lúdicos que potencien la autoconstrucción y den lugar a experiencias propias para el desarrollo de habilidades socioemocionales, ambientes pensados desde y para la escala de los niños.
ARQDIS: ¿Por qué aporta mezclar espacios cerrados con espacios al aire libre en el aprendizaje?
D.B: La importancia de los espacios exteriores la abordo desde dos perspectivas. Por un lado, la contribución que proveen los ambientes naturales en el bienestar de las personas y por supuesto en los niños. Estudios demuestran que los espacios interiores que tienen conexión directa o indirecta con el exterior, la naturaleza, los espacios al aire libre, ayudan significativamente al descanso mental, variable fundamental en un contexto donde se dan procesos de aprendizaje.
Por otro lado, el espacio exterior “in between” es aquel espacio de transición que funciona como articulador entre lo privado y lo público, entre el interior y el exterior. Bajo mi punto de vista es interesante la exploración que los niños hacen de este espacio que no es el jardín infantil, pero tampoco es el espacio público urbano, es el intermedio entre ambas escalas. Un espacio valioso porque permite a los niños aproximarse a la idea de ciudad y entender lo que en ella se juega: procesos de convivencia y cultura.
ARQDIS: Mencionas que la arquitectura es un “tercer educador” y que gracias a los espacios y atmósferas del lugar el niño decide qué hacer de manera libre. Nos podrías explicar más a fondo ¿Cómo la arquitectura juega este papel de tercer educador?
D.B: Este concepto es fascinante y a la vez retador. El espacio visto como un tercer educador viene de la teoría del pedagogo Malaguzzi, que pone a los niños como protagonistas y fomenta el respeto por su diversidad y el aprendizaje autónomo. Según la teoría, tanto el profesor, como el espacio cumplen el rol de guiar las distintas formas de aprender de los niños. Es un concepto de espacio que no responde a un sistema educativo ni que tampoco impone ni controla las actividades de los niños. En ese sentido, se pone en cuestión el tipo de educación que se da en los colegios y jardines infantiles.
Por ejemplo, una arquitectura educativa color gris, con largos corredores y aulas repetitivas puede hacer que se creen sensaciones de encierro y control. Por el contrario, una arquitectura educativa flexible (con formas variadas, recorridos, zonas verdes, alturas, juego de escalas, etc.), ofrece posibilidades de interacción, maximiza la experiencia de los sentidos y potencia el aprendizaje activo. Generalmente hablar de aprendizaje evoca lo lógico-racional, sin embargo, hay otras variables fundamentales que también hacen parte de un proyecto educativo: las emociones y sentimientos. Es esencial dar sentido a un aprendizaje que construya argumentos éticos de unión y convivencia desde la primera etapa de vida, aquí radica el papel de la arquitectura como un tercer educador, en proveer los entornos adecuados para dicho aprendizaje.
ARQDIS: ¿Crees que es un proyecto sostenible y sustentable para sociedades como la nuestra? ¿Por qué?
D.B: Según mi opinión, lo mas importante en este tipo de proyectos es reflexionar acerca del paradigma de educación que se quiere ofrecer a los niños en nuestra sociedad y el tipo de ciudadanos que se forman. Hace un tiempo escuché en una conferencia una frase muy valiosa sobre el concepto e idea original de la educación: “necesitamos una formación que nos haga más humanos”. Pienso que de esto se trata, de partir de un proyecto educativo diverso, incluyente y que se adapte a un mundo en constante cambio.
Pienso que de esto se trata, de partir de un proyecto educativo diverso, incluyente y que se adapte a un mundo en constante cambio.
Creo que, si en nuestra sociedad existe una consciencia real acerca de las formas de generar conocimiento, las formas de ver el mundo y de relacionarnos con él, seguramente un proyecto arquitectónico como el que desarrollé para el concurso será sostenible y sustentable. La variable espacial se puede adaptar a tal paradigma de educación e incluso reconfigurar a partir de lo existente.
ARQDIS: ¿Qué herramientas te dio la maestría para el desarrollo de este proyecto?
D.B.: La maestría me ha ayudado a enriquecer mis preguntas como Arquitecta desde otras disciplinas. Mi proceso de investigación y la experiencia en la Universidad me han llevado a conocer perspectivas diferentes y despertar nuevas curiosidades. He contado con el apoyo de profesores y profesionales con diversos enfoques y metodologías, lo cual me ha ayudado a explorar una gama de investigaciones que amplían las formas de ver y pensar la arquitectura y la ciudad.
Gracias a esto he podido entender desde una visión más amplia los desafíos del entorno construido en el que vivimos y la importancia de salir del nicho de mi disciplina para generar proyectos holísticos y con mucho más alcance. El proyecto que desarrollé para el concurso “IE Spaces for Creativity” es una muestra de ello. Además, en la maestría he tenido la oportunidad de conformar un equipo clave para llevar a cabo mi investigación, con mi Directora Cristina Albornoz del Departamento de Arquitectura y mi Codirectora Andrea Bustamante de la Facultad de Educación, con ellas he conocido diferentes herramientas, propias de cada disciplina, que han sido fundamentales en este proceso. Sin duda, el componente interdisciplinar de la maestría es, para mí, el más valioso.