El título que nombra este nuevo número de la revista Dearq, “Fuera del radar”, es sugerente y, al mismo tiempo, tiene algo de paradójico o enigmático. Por un lado, no sabemos si hoy en día, en este mundo raro que habitamos, es posible imaginar algo que pueda reconocerse fuera del radar. ¿Habrá manera de escapar de los mecanismos de control que nos ubican, escuchan, miden y entretienen? ¿Será posible huir de los radares y así quedar por fuera de su alcance? Por otro lado, en estos tiempos de permanentes crisis alarmantes y definitivas, de incertidumbres turbias y catástrofes dramáticas, en los que las disciplinas se ven obligadas a reajustarse y redefinirse con más asiduidad de lo esperado, ¿tiene sentido trazar una línea que permita estar dentro o fuera de alguna de ellas? ¿Quién la determina? ¿Qué contiene esa línea? ¿Acaso tiene fecha de vencimiento? Si así fuera, entre otras cosas, sería necesario entender su durabilidad o, más bien, asimilar que constantemente se redibuja y es trazada de nuevo, sin que eso la haga menos importante.