La arquitectura es como un cuerpo que no se entiende en sí mismo sino a través de sus interacciones, en las maneras en que es habitado. La vida danza entre las paredes que la arquitectura pronuncia como actos de creación.
No hay habitación sin movimiento, así como no hay movimiento sin infinidad de conexiones corporales, espaciales, temporales, materiales e inmateriales. La arquitectura también “encarna” movimientos, puede resistir a los terremotos así como nuestro cuerpo puede resistir a los zapateados, aunque más que resistir se vincula a ellos. Vibraciones que van y vienen para sacudir nuestro cuerpo y nuestra habitación hacia la danza que no colapsa aunque se derrumbe, pues nos reconstruimos a diario en las redes de sus ritmos.
—Israel Galván