La Pandemia nos obligó a generar un cambio fundamental y acelerado. Para nuestra Facultad, el reto no tuvo precedentes; sin embargo, rápidamente nos movimos al aprendizaje remoto, inaugurando el uso masivo de herramientas para mantener nuestro campus vivo a través de las pantallas. Creamos iniciativas para atender las necesidades de estudiantes, profesores y administrativos, reconociendo las diferencias dotacionales en nuestra comunidad y la inminencia del encierro.
Y así, en medio de la incertidumbre —lejos de la cotidianidad del campus—, aprendimos grandes lecciones. La pandemia cambió nuestra planeación, obligándonos a re-imaginar los siguientes años en innovaciones didácticas, en las prioridades del bienestar de nuestra comunidad. El hecho de conectarnos desde nuestras casas, sumado a la cercanía que ocasionó haber sido invitados virtuales en nuestros hogares, hizo que fortaleciéramos los lazos y ahondáramos en la comprensión de lo que significa ser comunidad.
Como humanidad, además de su efecto devastador, la pandemia expuso los beneficios y las desventajas de una conectividad extrema global nunca antes vista. Encontramos consuelo y escape en esa conectividad al reunirnos con amigos y familiares, reinventando a través de las ventanas nuestros ritos de encuentro.
Tuvimos que cubrirnos la cara, dejar de abrazarnos, aprender a modular las manifestaciones físicas de nuestras emociones, a reconocer solo la mirada, a no tocar, a dejar de compartir con la piel, a ocultarnos detrás de los pixeles. Vivimos todavía un largo episodio de ciencia ficción que a diario nutre nuestra imaginación; así como tratamos de imaginar cómo es el rostro oculto de las personas que vemos a nuestro paso —y a veces con alegría y sorpresa descubrimos cómo en verdad son—, también podemos imaginar posibles futuros y alternativas para esta nueva época.
La migración masiva a lo digital produjo, además, una de las transferencias de poder más grandes de la historia a las compañías de tecnología. Al no tener posibilidades de corroborar información desde nuestra propia experiencia al salir a la calle y en la interacción en el espacio público, crecieron los discursos de odio, la desinformación, y cedimos en nuestra privacidad al tener que suministrar nuestros datos e información personal. Estamos lejos de entender las implicaciones que esto tendrá en el diseño del futuro conectado de la humanidad. Nunca ha sido tan claro que, en la realidad, son indistinguibles lo físico y lo digital.
Esta segunda edición del anuario ARQDIS —titulado Pandemia— recoge un año lleno de imaginación, visiones e historias de resiliencia y valentía desde nuestra Facultad. Nuestra comunidad hoy es más fuerte; hemos ganado mucho, pero también hemos perdido mucho.
A todos ustedes, sus familias y amigos, nuestro más profundo sentimiento de solidaridad y un abrazo fraterno.
Ahora, una mirada breve al contenido mismo del anuario. Lo hemos dividido en tres secciones: Qué somos, Cómo lo hacemos (hoy, mañana y siempre) y Protagonistas. La primera sección ejemplifica las nuevas avenidas acerca de cómo conceptualizamos nuestro propósito, a medida que encontramos nuevas empatías y desafiamos viejas ideas que durante mucho tiempo se dieron por sentadas.
La segunda sección compila proyectos de nuestra comunidad estudiantil y docente a lo largo de los currículos, en donde la creación arquitectónica y de diseño busca responder a diferentes realidades, ofreciendo nuevas perspectivas. Los proyectos constituyen apuestas conscientes de la necesidad de reinventarse cotidianamente con el fin de perfeccionar nuestra capacidad para interpretar de forma más acertada el bienestar y el hacer. Combinar concepciones globales con tradiciones, gustos y colores locales y regionales puede darnos la pista para hallar mejores formas de lidiar con el presente y educar para un futuro más promisorio.
Finalmente, la tercera sección recoge los eventos, las exposiciones y conferencias que se llevaron a cabo durante el año, así como los reconocimientos a miembros de nuestra comunidad.
Mi profunda gratitud para todos los autores, estudiantes, profesores y equipo administrativo de la Facultad que hicieron posible este segundo anuario.
Un abrazo fuerte para todos,
Hernando Barragán
Decano – Facultad de Arquitectura y Diseño