#Orgulloarqdis
Catalina Villabona Triana
ARQDIS: ¿Quién es Valeria Páez Cala?
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VALERÍA PÁEZ CALA: En un equinoccio, nací en una casa de Arquitectos. Desde pequeña me enseñaron y me promovieron a pensar de manera arquitectónica: entender el dibujo como medio de reflexión, y el espacio que habitamos como objeto de estudio. Estos dos elementos se convirtieron en herramientas para analizar y organizar conocimiento; y, así, interpretar y representar el mundo en el que vivimos. Esta perspectiva fue complementada por mis estudios en el Liceo Francés Louis Pasteur en donde me impulsaron a cuestionar los límites preestablecidos, en particular, las Ideas Recibidas que moldean nuestras conductas día tras día y suelen aceptarse como verdades absolutas.
ARQDIS: ¿Qué estudiaste en la Universidad de los Andes?
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V.P: Empecé estudiando Economía y lo disfruté, pero me bastaron semanas para darme cuenta de que no era mi lugar. Fue una intuición, como también fue la de estudiar Arquitectura; y, por mucho tiempo, cuestione tanto la primera, como la segunda. Parecen dos disciplinas distintas, casi opuestas; sin embargo, en ambas encuentro un interés inherente: entender los comportamientos sociales y las estructuras que los crean, los transforman, los perpetúan. Hoy, en retrospectiva, entiendo que mi pasión está en el mundo tangible, en lo sensible, en el entorno construido que es a la vez sujeto y objeto de la eterna transformación humana.
ARQDIS: Has trabajo en varias firmas de arquitectura y participado en concursos nacionales e internacionales. ¿Qué te llevas de estas experiencias? ¿De qué proyecto te sientes orgullosa?
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V.P: Trabajé en diferentes oficinas, con diferentes enfoques y modos de proyección. Tuve la oportunidad de participar en proyectos urbanos y entender el impacto de las diferentes políticas públicas en nuestro entorno material; pero, también tuve la oportunidad de diseñar interiores y entender la cantidad de rigor y precisión que la disciplina requiere. Sin embargo, a pesar de los diferentes lentes de estudio, pude entender la Arquitectura como un cuidadoso engranaje de escalas – cada una de estas con la capacidad de afectar la relación entre “nosotros” con el exterior que nos rodea, y “nosotros” con el interior que nos comprende.
Pese a eso, la experiencia de mayor importancia fue la oportunidad de trabajar con mi papá. Juntos diseñamos un proyecto residencial desde su concepción hasta su realización. Como en un proceso de alquimia fui testigo de la metamorfosis de un sitio en un lugar, de una línea en un muro. De mi papá heredé un método humilde pero sofisticado para proyectar, capaz de proporcionar en la justa medida una combinación de opuestos: intuición y estrategia, libertad y restricción, idea y materia. Pero, ante todo, heredé el amor por la profesión y la incesante búsqueda de significado en el ejercicio arquitectónico.
ARQDIS: En tu vida profesional, tu sólido pensamiento conceptual y tu amor por el diseño arquitectónico han marcado tu trayectoria ¿cómo enlazar estos dos mundos?
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V.P: Un debate constante de la disciplina ha sido su origen y con éste, su definición. ¿Qué es la Arquitectura? Sin dejar de ser una pregunta fascinante, me he interesado más en la formulación de un método para su acusación y eventual defensa. Esta búsqueda ha hecho que interprete el pensamiento conceptual como el mismo diseño, y viceversa. No creo ser una página en blanco, y el lápiz que me recorre nunca se embarca en un viaje al azar. A veces con temor, y otras veces con certeza, el lápiz se acerca para fortalecer una estrategia, para perfeccionar un modus operandi.
En mi trabajo le he encontrado razón a la Arquitectura como una herramienta cultural que cuestiona nuestros modos de existencia; como un medio para luchar contra el proceso lineal en dónde la Arquitectura es un espejo inerte de nuestras estructuras sociales. La he entendido como una práctica dialéctica y retroactiva, originada por una sociedad, pero con el poder de afectar a la sociedad misma que la produjo; como un agente activo, social. Pero, durante estos años – también sospechosa de los monstruos que el extremo de la razón produce – presentí una contradicción que me impulsó a hacer una maestría.
ARQDIS: Hiciste tu maestría en Columbia y te graduaste con honores ¿qué de tu formación fue clave para lograr este mérito? Cuéntanos de un proyecto de esta etapa de formación.
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V.P: Durante mi maestría me pregunté por la importancia de la técnica para la formulación de un concepto; por las diferentes manos de obra involucradas en un proyecto arquitectónico, y también, si era posible imaginar una arquitectura a partir del conocimiento y entendimiento expansivo de un determinado proceso. Así entendí que lo extraordinario reside en cómo nos relacionamos con lo ordinario. Y entonces me pregunté si en lo obvio, en aquello que ignoramos, en lo infraordinario, no es dónde habita el lugar del cambio. ¿Y, de ser así, porque entonces este universo paralelo no está bajo el lente de nuestra investigación?
Durante mi maestría me pregunté por la importancia de escribir en una disciplina que se ha dedicado a construir. Me pregunté por los principios predominantes en el discurso, y si mediante la sátira de alguno podía reinventar una tipología específica. Y menos, sí es más, pero sí más y más, y no menos es más, queremos de menos y menos, más. Entonces me pregunté por la noción de eficiencia y cómo nos afecta puesto que se ha convertido en nuestro último objeto y finalidad. ¿Y, de ser así, en qué tipo de arquitectura nos limitamos a nacer para después morir?
Mi método de construcción bajo-constricción refleja un conflicto de intereses. A veces, las contradicciones no terminan bien. Pero, más a menudo, su diálogo conduce a hallazgos inesperados.
También, durante mi maestría me pregunté por la importancia de revelar y revelarme. Me pregunté por el valor de pausar para mirar adentro antes de mirar afuera; por el valor de regresar después de proyectar. Y así, mientras pensaba con las manos, construí ideas y me manifesté: me reconocí como hija del rigor, y el caos como mi musa, mi tentación. Disfruto la definición de un orden; pero, contrariada soy, y en su eventual perversión encuentro el mayor fruto de placer. ¿Y, de ser así, no será que mi ser es un péndulo que oscila entre la cúspide de opuestos?
Busqué respuestas que nunca encontré y encontré preguntas que siempre ignoré. Amplié mi ingenuidad y, bien así, reiteré la hipótesis bajo la cual la Arquitectura tiene aún más sentido, no cuando consolida la respuesta a un problema de un tiempo determinado; sino, al contrario, cuando es capaz de determinar en un momento, un espacio de ruptura. Pero a la vez, pude interiorizar de manera más profunda mi proceder como arquitecta y así reconocer un conjunto de constricciones autoimpuestas como metodología de diseño. Y una vez más, como un eterno retorno, reconocí – lo que antes parecía una suposición – una contradicción.
ARQDIS: Te felicitamos por tu ingreso a Bernard Tschumi Architects, es un logro muy importante para tu carrera ¿cómo fue este proceso?
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V.P: Había una posición abierta y envié mi aplicación en el formato, con la información que pedían. Estaban buscando una persona con experiencia práctica y docente – yo cumplía con las dos, además de la ventaja de hablar francés. Dos semanas después, recibí un correo diciendo que Bernard Tschumi quería entrevistarme. Una entrevista es un momento único, es una instancia en la cual uno es maestro de una situación y su eventual desenlace. Una entrevista es un ejercicio meticuloso de narración, y su secuencia es el reflejo de un método. ¿Cuál es mi historia? ¿Qué la teje? ¿Quién la oye?
Preparé tres libros: el primero libro trata sobre mi experiencia en Colombia e incluye proyectos profesionales y académicos, además de artículos y ensayos; el segundo libro recopila los trabajos que hice en el transcurso de mi maestría; y, el tercero libro — this is my manifesto — es mi proyecto de grado. Preparé tres libros, y porque en la repetición soy creyente, preparé tres libros en el mismo formato, con la misma estructura. Adicionalmente, presenté el material de las clases que asistí conjunto a Alberto Miani, Fabio Restrepo y Claudia Mejía, a quienes les agradezco una parte de este logro.
Bernard Tschumi es igualmente reconocido por su obra construida y escrita, lo que lo posiciona como una de las figuras más influyentes de las últimas décadas. Le presenté los tres libros, no como un portafolio, sino como una monografía que pretende compilar lo que he hecho para así rastrear los argumentos de mi trabajo. Después de observar lo que por mucho tiempo he mirado, le expliqué que él y yo nos encontrábamos al entender la Arquitectura como forma de conocimiento – no como conocimiento de forma – que busca mediante la materialización de conceptos, interrogar el statu quo de una sociedad.
Pero, no podía olvidar que él también ha sido un gran educador, y que por tanto suponía tener una actitud ante la Academia. Terminé entonces la entrevista confesando que durante mi Máster sentí una constante incomodidad, ya que las discusiones, en su gran mayoría, no giraban en torno al espacio sino a la imagen. Después de todo, vivimos en la Época de la Imagen del Mundo. Le pregunté entonces si consideraba que hablar del espacio, objeto central en nuestra disciplina, era hoy anacrónico. ¿Y, de ser así, eso significa que la Arquitectura requiere de un nuevo relato de su origen?
AQRDIS: Sabemos que además apoyas a Bernard Tschumi en sus clases en Columbia ¿cómo ha sido esta experiencia?
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V.P: Durante el otoño, apoyo a Bernard en el taller “Advanced Studio V”. Antes de comenzar, hice una comparación de los últimos diez talleres que ha dictado con el fin de entender su lógica, sus constantes, sus variantes. Sus talleres siempre se han enfocado en explorar un concepto a partir de un proyecto. Sin embargo, en sus conversaciones con Enrique Walker, Bernard destaca el programa arquitectónico como herramienta fundamental de proyección; pese a eso, siempre lo ha asignado. Le propuse entonces cuestionar el programa mismo e indagar cómo el imaginario de nuevas actividades afecta la típica manzana newyorkina como objeto encontrado.
Durante la primavera, lo apoyo en el seminario “Architecture as a Concept”. Partimos de la hipótesis que no hay Arquitectura sin concepto y analizamos proyectos a partir de mayo del 68, fecha que connota cambios en el mundo. Aunque el postulado no es controversial, nos interesa controvertirlo. Entendemos que la historia es fruto del tiempo presente, pero aun así intentamos imaginar un pasado hipotético y los ideales de su eventual futuro. Como en un juicio, sentenciamos la Arquitectura por crímenes cometidos para luego poder recalibrar el porqué no de las ideas que prevalecen, el porqué si de las que desaparecen.
ARQDIS: ¿Quién es tu arquitecto favorito?
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V.P: Raymond Queneau comparó la idea de las reglas autoimpuestas con la idea de andamiajes. Andamiajes: estructuras independientes que, una vez desmanteladas, no dejan marcas en el edificio cuya construcción han soportado. Son de trama muy meticulosa, pero siempre destinadas a desaparecer. Este proceso creativo de reglas autoimpuestas siempre ha sido uno de mis mayores intereses, me ha llevado a pensar que tal vez el diseño de estas condiciones es más urgente que el proyecto mismo. Quizás, estar bajo-constricción es mi proyecto arquitectónico; y el análisis de este proceso en la obra de diferentes arquitectos mi compás para navegar la disciplina.
No deja ser una causalidad que hoy tenga la oportunidad de ayudar, o a lo mejor, descifrar a Bernard Tschumi quién se refirió al campo -en la serie de pautas arquitectónicas realizada en los años setentas- como un juego pasional en el que se siguen unas reglas y otras, deliberadamente se violan. De él he aprendido que estas reglas son parecidas a nudos imposibles de desatar en un acto erótico, y entre más numerosas y sofisticadas sean, más generan placer. Si la pasión más excesiva implica un estricto conjunto de normas, de todo entonces dudaré, menos del deleite de disfrutarlas.
ARQDIS: Recomiéndanos un libro, un disco, una película y una cuenta de Instagram.
aabbccbbAa Estructura A: 100×1 palabras: 1800-1900
V.P: La constricción como herramienta creativa no está circunscrita a la Arquitectura, su genealogía es diversa. Su entendimiento no puede limitarse a un fragmento sino debe ampliarse al estudio de un conjunto; por lo tanto, prefiero recomendar un autor, un músico y un director. Recomiendo las novelas de Georges Perec y sus estructuras matemáticas, las películas de Stanley Kubrick y sus limitaciones técnicas, las canciones de Pink Floyd y sus inevitables rupturas. A Perec le debo la introducción al juego; al resto (y muchos más) los mecanismos para construir, como una rata oulipiana, el laberinto del cual me he propuesto salir.
ARQDIS: Pensando en los estudiantes que te están leyendo ¿Qué destacas de tu formación académica?
aabbccbbaA Estructura A: 100×1 palabras: 1900-2000
V.P: La academia, para mi, ha sido un espacio de introspección; y, la Arquitectura, el medio para exteriorizar mi pensamiento. Estudiar, el tiempo para conocerme y reconocerme. Entiendo el ejercicio como una práctica social; pero, a la vez, mi método de construcción bajo-constricción refleja un conflicto de intereses. A veces, las contradicciones no terminan bien. Pero, más a menudo, su diálogo conduce a hallazgos inesperados. Y este conteo, de 100 en 100 palabras, es un intento más de materializar esa sublime línea entre lo externo y lo interno, lo lógico y lo poético, que es donde mi voz como arquitecta perdura.