Laura Daniela Murillo
Manuela Convers Suarez es estudiante de la Maestría de Arquitectura y actual Coordinadora del Museo Aero Solar que forma parte de la Bienal Internacional de Arte y Ciudad de este año en Bogotá.
La Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25, organizada por la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, estará presente desde el 20 de septiembre hasta el 9 de noviembre de 2025. Durante este tiempo, ciudadanos y visitantes podrán resignificar el espacio público a través de propuestas poéticas, creativas y disruptivas que incluyen artes plásticas, visuales, arquitectura y diseño. La BOG25 reunirá a artistas nacionales e internacionales, curadores, colectivos independientes y proyectos de arte popular, convirtiéndose en una plataforma para fortalecer el ecosistema artístico y cultural de la ciudad.
Como parte de la Bienal, estará presente el Museo Aero Solar (MAS), un proyecto colectivo en curso iniciado por el artista Tomás Saraceno en 2007 a partir de conversaciones con Alberto Pesavento. “Esta es una invitación abierta a reducir, reutilizar y reciclar, transformando un material emblemático de nuestra época geológica actual — el Capitaloceno — en un material de expansión mental para la nueva era: Aerocene. Este se desarrolla a través de simples actos de cooperación como el ensamblaje de bolsas plásticas reutilizadas.” El Museo Aero Solar estará presente en el Centro Cívico de la Universidad de los Andes.
“Más allá de una obra de arte, lo que se construye es una comunidad, y eso dialoga profundamente con mis intereses en arquitectura, orientados a procesos colectivos y colaborativos que trascienden los límites tradicionales de la disciplina.”
ARQDIS: ¿Cómo llegaste a ser parte del Museo Aero Solar en la Bienal Internacional de Arte y Ciudad?
Manuela Convers: Llegué al Museo Aero Solar (MAS) a través de una invitación a coordinar la iniciativa en Bogotá por parte del profesor Lucas Ariza. Lucas había sido contactado por Cristina Lleras, encargada de la mediación de la Bienal, quien propuso una colaboración para que la Universidad de los Andes participara en el proyecto. En ese proceso surgió mi nombre como candidata para el rol, y estuve muy emocionada de asumir el reto. El Museo me llamó la atención porque conecta arte, colaboración y sostenibilidad a partir de un gesto muy sencillo: reutilizar bolsas plásticas para construir un espacio efímero que se eleva con la energía del sol y viaja en los ríos del viento. Más allá de una obra de arte, lo que se construye es una comunidad, y eso dialoga estrechamente con mis intereses en arquitectura. Me mueven los procesos colectivos y colaborativos que trascienden los límites tradicionales de la disciplina.
ARQDIS: ¿Qué papel desempeñas actualmente en la Bienal Internacional de Arte y Ciudad?
M.C: Soy la coordinadora del Museo Aero Solar en Bogotá. Mi papel ha sido ser el puente de encuentro entre el estudio Aerocene y las instituciones involucradas — la Bienal y las diversas entidades de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (SCRD) —, facilitando el diálogo y la articulación necesarios para que el proyecto se lleve a cabo.
Al mismo tiempo, coordino el proceso comunitario y pedagógico que sostiene al Museo a través de diversas actividades: vincular organizaciones locales, colectivos, instituciones educativas y vecinos; diseñar talleres de creación y encuentro; y acompañar la construcción del Museo como un proceso conjunto, donde cada persona aporta con sus historias personales. Yo misma he facilitado talleres para la elaboración de lienzos de bolsas plásticas reutilizadas que son el cuerpo del museo, y actualmente dirijo el semillero Cuerpo y Movimiento de la Facultad — que el profesor Lucas Ariza me ha prestado generosamente —, en el que estudiantes de Arquitectura, Artes y Diseño se han involucrado diseñando la puerta del Museo Aero Solar y produciendo lienzos plásticos que hacen parte de su estructura.


Estas experiencias han girado en torno a un eje temático impulsado desde la Bienal y Escuela de Futuros — un programa de la Subdirección de Gestión Cultural y Artística de la Dirección de Arte, Cultura y Patrimonio de la SCRD —, que invita a reflexionar sobre la felicidad en Bogotá desde la infancia. Las preguntas que guían el proceso son: ¿qué nos hacía felices cuando éramos niños o niñas? y ¿cómo imaginamos una ciudad futura que sea más feliz y, al mismo tiempo, más responsable con el medio ambiente?

En ese sentido, mi rol como coordinadora ha sido tejer puentes — entre instituciones y comunidades — y, al mismo tiempo, abrir espacios de creación colectiva donde el MAS se construye como una experiencia compartida para conectar con nuestra niña y niño interior e imaginar futuros alternativos.

ARQDIS: ¿Qué te ha aportado la Maestría en Arquitectura para aplicar en tu rol como coordinadora del Museo Aero Solar para la Bienal Internacional de Arte y Ciudad?
M.C: La Maestría en Arquitectura me ofreció la posibilidad de conectar con personas y redes que hicieron posible que mi nombre estuviera sobre la mesa para asumir este rol, Lucas había sido mi profesor en la maestría y estoy profundamente agradecida con él por la oportunidad. Además, he podido cursar la maestría gracias a la beca Francisco Pizano de Brigard del Centro de Español, donde trabajé como tutora y acompañé varios cursos de esta y otras facultades como el Cider. Gracias a esto pude trabajar estrechamente con Ingrid Quintana Guerrero y Maarten Goosens, ambos profesores de la maestría. Esa experiencia me permitió iniciar mi formación en pedagogía y docencia, algo que ha sido central para diseñar y llevar a cabo los talleres del Museo Aero Solar.

Al mismo tiempo, la maestría me ha enseñado a pensar de manera diferente, a reconocer otras posibilidades, y esa apertura ha sido clave para tejer relaciones con las diversas comunidades vinculadas al Museo Aero Solar y lograr que el proyecto se materialice como una construcción verdaderamente colectiva. En suma, lo que aplico hoy en mi rol no es tanto la investigación académica — que es el fuerte de la maestría —, sino la capacidad de pensar diferente y de acompañar procesos de aprendizaje colectivo de manera sensible y participativa.

ARQDIS: ¿Qué nuevas perspectivas te ha aportado la Maestría en Arquitectura?
M.C: La maestría ha sido un espacio donde me he reconciliado con la disciplina al entenderla en una perspectiva ampliada. Al salir del pregrado, mi rumbo me llevó a trabajar en construcción, primero como residente y luego como coordinadora de obra. Esa experiencia — clave para desarrollar mi trabajo en la Bienal — aunque me enseñó la importancia de la organización, la planeación y el trabajo en equipo también puso en evidencia un vacío: la falta de un impacto social real de la industria de la arquitectura y la construcción en nuestro país. Empecé a sentir que el diseño carecía de sentido cuando se destinaba principalmente a beneficiar a las poblaciones más privilegiadas, y eso no era lo que me motivaba. En ese sentido, la maestría me abrió la posibilidad de reconocer que en arquitectura existen otros caminos más allá de trabajar en empresas de diseño y construcción para unos pocos, y me confrontó con la realidad de que la disciplina es también un asunto político, donde las decisiones de unos pocos en el poder afectan profundamente la vida cotidiana de la gente.
A partir de esta experiencia, he ido moldeando una mirada que entiende la arquitectura primero como una construcción social, reconoce la agencia activa de quienes habitan los espacios y sitúa al cuerpo como el primer lugar de la experiencia espacial. De esta manera, esta nueva perspectiva crítica transformó el rumbo de mi carrera profesional: hoy me interesan la docencia y la investigación como herramientas transformadoras para reflexionar sobre nuestro rol como arquitectas en la actualidad, así como el diseño, siempre enmarcado en contextos complejos donde no se trabaja en soledad, sino que se interactúa con múltiples actores, enfrentando limitaciones presupuestales y articulando diversos intereses. Reconocer esa complejidad y descentralizar el poder de la disciplina poniéndola en el habitante, es lo que permite pensar y proyectar en pro de un verdadero impacto social.
ARQDIS: Además de ser estudiante MARQ, te has vinculado con proyectos de investigación de la Facultad. ¿Cuáles son estos proyectos y cómo has llegado a ellos?
M.C: Soy asistente de investigación en el proyecto Vivienda para la Pipol, una iniciativa de apropiación social del conocimiento que busca reducir la asimetría informativa en el mercado de la vivienda y fortalecer la capacidad ciudadana para reconocer y exigir mejores condiciones habitacionales desde la demanda. El proyecto surge de la colaboración entre los profesores Catalina Mahé y Jaime Gómez de la Facultad y Economía para la Pipol, un medio de comunicación independiente fundado en 2021. A partir de esta alianza, tanto el proyecto como sus investigaciones derivadas buscan trascender los límites de la conversación académica sobre vivienda en Colombia. De este modo la crítica y las alternativas existentes pueden alcanzar debates más amplios ampliando la información confiable sobre el universo de vivienda y generando un cambio de mentalidad que impulse una mejoría en la calidad de la vivienda exigida desde la demanda.
Me acerqué al proyecto al escribirle a la profesora Catalina Mahé, quien tendió el puente con el profesor Jaime Gómez en el marco de un trabajo conjunto que unía sus FAPAs (proyectos de investigación). Así pude vincularme a Vivienda para la Pipol. Los profesores vieron en mí una profesional idónea para apoyar el proceso gracias a mi desempeño como estudiante de ambos en la maestría, mi capacidad para articular perspectivas teóricas y mi interés por llevar el conocimiento más allá de los círculos académicos. Dentro del proyecto he participado en la construcción de la justificación y el marco teórico, así como en la redacción y edición de un artículo académico, siempre de la mano de los profesores, de quienes he aprendido enormemente tanto en la maestría como en este proceso de investigación colaborativa.
ARQDIS: ¿De qué trata tu proyecto de grado y por quién está dirigido?
M.C: Mi proyecto de grado, “Transformaciones del umbral: una perspectiva comparativa del antejardín como cosa híbrida en San Felipe, Bogotá (1960-1980 y 2005-2025)”, se centra en estudiar el antejardín del barrio San Felipe, en Bogotá, como un espacio umbral que funciona a la vez como cosa material y como espacio de mediación entre la casa y la calle.


A través de una comparación histórica entre los periodos 1960-1980 y 2005-2025, busco comprender cómo los cambios en la interacción social y material han incidido en su transformación, y qué nos revela esto sobre las formas de habitar y sobre nuestra noción de lo colectivo en la ciudad hoy. El marco teórico combina la fenomenología, entendida como la posibilidad de comprender el espacio desde la experiencia vivida y las relaciones corporales, con los estudios de cultura material, que me permiten reconocer al antejardín no solo como un espacio arquitectónico, sino como una cosa híbrida cargada de significados, con biografía propia y agencia en la vida social del barrio.
Esta articulación me ayuda a superar una visión puramente formal o técnica de la arquitectura y a situar en el centro de la investigación a las personas, devolviéndoles el protagonismo en la historia de la arquitectura y de este barrio en particular. Metodológicamente realicé entrevistas y talleres colaborativos con exresidentes y residentes actuales, lo que me permitió reconstruir cómo este espacio pasó de ser un lugar de encuentro y sociabilidad, pese a su objetivo proyectual original, a convertirse en una frontera de aislamiento o un área funcional. Concluyo que la desaparición del antejardín como umbral refleja un cambio profundo en nuestra relación con lo colectivo y con la ciudad.

Este trabajo está dirigido por Ingrid Quintana-Guerrero, profesora ARQDIS, y codirigido por Viridiana Zavala Rivera, profesora de la UNAM, México, a quienes agradezco profundamente por su guía durante todo el proceso. En este marco, también incluyo al profesor Juan Pablo Aranguren, de la Facultad de Ciencias Sociales, cuya perspectiva ha sido fundamental para que esta investigación, como es mi intención, pueda ir más allá de los límites habituales de lo que se realiza en arquitectura.
Imagen de banner: Tomada de AEROCENE, Museo Aero Solar.