La última escena
Que lo que llamamos mundo esté conformado de cosas e imágenes nos parece de lo más normal. Sucede que algunos a partir de esta constatación vislumbran un mundo sólo de imágenes y otros se lamentan de la pérdida total de las cosas.
La existencia casi simultánea de cosas e imágenes es de muy vieja data aunque siempre ha existido una voluntad de conocimiento o creación que busca hacer de las cosas una imagen o bien darle consistencia de cosa a las imágenes.
Como, por ejemplo, en 1658, Iohannes Amos Comenius escribe su “Orbis Sensualium” que lleva por subtítulo: EL MUNDO EN IMÁGENES esto es: imágenes y nombres de todas las cosas fundamentales en el mundo y de las actividades de la vida. Y en 1938 Martin Heidegger escribe su ensayo titulado La época de la imagen del mundo.
La disciplina de la arquitectura no escapa a estos tránsitos y alquimias. Pero siempre habrá puntos de inflexión como cuando la perspectiva antepuso el dibujo a la construcción como garantía de verosimilitud. Hoy en día, la coexistencia pacífica de cosas e imágenes es más inquietante y abundan los interrogantes sobre la naturaleza de la arquitectura que reposa apenas en un dibujo o en una imagen virtual y efímera.
Cabe anotar que, embarcados en este viaje, hemos olvidado el sentido de esas dos palabras imagen/ cosa, y el universo de sentido que se esconde detrás de ellas.
Este es el interrogante y la experiencia que quiere plantear la Unidad. Un proyectar sin el recurso técnico de la factura de “planos”, un comprender el pensamiento analógico que se oculta en una fotografía, unas formas de pensar e interpretar que se presagiaban en autores como Aby Warburg y Walter Benjamin y que quizás nos ayuden a comprender mejor el mundo que estamos intentando habitar.