El Proyecto Integrador Final propone una búsqueda permanente, obsesiva y personal, por el poder de la arquitectura, la belleza en su definición y la precisión en su materialización.
Este proyecto reflexiona sobre el carácter actual de la ciudad y del territorio, y sobre la posibilidad de (re)definirlo a través del proyecto de arquitectura. Se propondrán paisajes inexistentes y nuevos lugares para la vida en la ciudad a través de propuestas arquitectónicas que transformen y mejoren la condición de habitar. El lugar se propone, se construye, no se generan respuestas a él, se decide la manera de configurarlo; se decide que es relevante y se exalta, que debe desaparecer y que se propone para establecer nuevas y diferentes relaciones, todo esto a través de una mirada cuidadosa de los indicios, marcas, huellas, espacios públicos, edificios, tejidos, infraestructuras, sistemas y los diferentes elementos arquitectónicos que constituyen una ciudad. El proyecto no flota en el paisaje, lo transforma y lo construye. El Proyecto se enmarca en la posibilidad de construir un lugar mejor para la vida, un paisaje urbano y una ciudad con carácter e identidad (menos cerrada y excluyente), con intervenciones que utilizan el poder transformador de la arquitectura.
La aproximación se hará a través de una serie de ejercicios proyectuales, a partir de visiones desde diversas disciplinas creativas que amplían la mirada sobre los propios proyectos de arquitectura, admiten lecturas e interpretaciones diversas de la historia, el territorio, la ciudad, la arquitectura y sus habitantes. El proyecto propuesto pretende ampliar la visión de la resolución de programas, problemas y lotes, para entrar en el mundo consciente de la construcción de nuevos paisajes y lugares. Entender que el arquitecto es quien decide cómo a partir de sus intenciones materializadas en un proyecto arquitectónico, transforma la realidad.
El proyecto arquitectónico enmarcado en los parámetros anteriores se convierte en una investigación personal y obsesiva. Una búsqueda de la belleza y su poder transformador.
Imagen: Sohei Nishino, Diorama de Berna.